Novena parte: todo comienza en la semilla
Hoy en día se habla de los alimentos transgénicos y orgánicos, que es una batalla que se ha estado luchando desde varias décadas a nivel mundial. Alrededor del 70% del mercado de semillas está en manos de 10 empresas, es decir, tienen la propiedad de ciertas especies, tanto de su genética, como de su comercialización y cultivo. Esto está generando un revuelo bio ético al cuestionar si es o no correcto patentar la vida.
Estas compañías han estado manipulando con los genes de varias especies vegetales y animales, que posteriormente son compradas por los agricultores y consumidas por el resto de la población. Lo delicado es que, dependiendo el caso, en la mayoría no se han realizado los suficientes estudios para garantizar que esta modificación biotecnológica no tenga ninguna repercusión negativa para el ser humano ni su entorno.
Por esta causa, es muy importante saber qué semillas tenemos en la huerta para plantar y comer. Alrededor del mundo existen redes de semillas orgánicas que ponen al alcance de todos sin ningún costo y que buscan preservar la biodiversidad. En Uruguay también existen varias redes que pueden ser encontradas en internet. En las casas semilleras o agroveterinarias, venden todo tipo de semilla, tanto orgánicas, como transgénicas, así que antes de comprarlas, pregunten si luego podrán semillar y obtener semillas para los siguientes ciclos. Otra buena opción para conseguir semillas de origen conocido es en las fomentos rurales, o buscar variedades que no sean híbridos.
Si ustedes comienzan a acopiar semillas, deben tomar en cuenta su almacenamiento. Las semillas hortícolas tienen una vida de almacenamiento finita, que varía desde 1 a 8 años aproximadamente. No les gusta la humedad, así que lo mejor es guardarlas en bolsas de papel y luego en frascos de vidrio con tapa. Para no confundirse, siempre es aconsejable etiquetar las semillas, incluyendo el nombre del cultivo y fecha de colecta. En la imagen tomada de la web podemos apreciar el ejemplo de lechuga.
Para obtener semillas de los cultivos de invierno pueden hacer lo siguiente:
- Elegir las mejores plantas, las más lindas, sanas, fuertes, resistentes a vientos, con los mejores frutos.
- En cultivos de invierno, en casi todos los casos debemos elegir estas plantas y dejarlas un poco más de tiempo en la huerta para semillar, este es el caso de la zanahoria, apio, lechuga, acelga, rúcula, puerro, cebolla, rabanito y coles. Las habas, al cosecharlas, elegiremos algunas y separaremos las vainas.
- Las semillas de estas especies generalmente son pequeñas, así que debemos estar atentos cuando los frutos maduren, e ir monitoreándolos para que los frutos no se abran y las semillas caigan al suelo.
- Al cosechar los frutos, deben estar secos y con paciencia, abrirlos para sacar las semillas. Se los puede frotar contra una malla, y si las semillas son muy difíciles de diferenciar y separar, podemos colocarlas en agua. De esta manera las semillas se hundirán y desecharemos todo lo que flote. En este caso, secar las semillas sobre un pedazo de papel antes de guardarlas.
- Y por último empaquetarlas en bolsas de papel y etiquetarlas. Es muy aconsejable anotar todos los detalles, ya que la memoria es frágil y luego podemos olvidarnos, por ejemplo, la fecha de cosecha.
Recuerden que preservar sus semillas colabora para asegurarnos de que esas especies que nos nutren y alimentan sigan existiendo. Y si tienen gente cercana que también hace huerta, podrían intercambiar semillas, y ¡así generar su propia red semillera!
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