Realizan colecta para ayudar al rescatista Richard Tessore y su refugio de fauna marina
El proyecto S.O.S. nace de uno de los lazos de amor más profundos que existen: el de un padre y un hijo. Richard vivía en Buenos Aires, donde tuvo empresa de taxis, un gimnasio y hasta una rotisería, hasta que al separarse y quedarse solo con su hijo, decidió volver a sus orígenes, en Punta Colorada, donde se había criado desde los cuatro años y adonde venían a pasar las temporadas. “Él tenía diez años y me dijo que le gustaría quedarse acá. Primero yo iba y venía cada quince días, hasta que un momento para no perder contacto con mi hijo, cerré todo allá y me instalé acá”.
Cuando su hijo entró en la adolescencia, viendo cómo empezaba a independizarse, Richard buscó una actividad en común que los uniera. “A él le gustaban los animales; y para buscar un relacionamiento con él empezamos a juntar un pingüinito, dos, tres, hasta que comenzó el refugio”. Richard había tenido experiencia en Argentina en el Proyecto Patagónico, y acá empezó colaborando con la Reserva de Fauna del Pan de Azúcar, donde llegaron pingüinos empetrolados.
En ese momento, comienzo de los noventa, no existía en Uruguay una organización formal para esta actividad y faltaba mucha información, que Richard traía de sus viajes a Buenos Aires y las visitas a los acuarios con rescate de pingüinos. Cuando la Reserva de Fauna resolvió que no iba a seguir trabajando con los pingüinos porque no estaba dando mucho resultado, le plantearon que si quería continuar con la tarea, se los debía llevar a su casa, que quedaba a setenta metros de la playa. “Y así fue, me los traje, y comenzaron a aparecer llamados”, recuerda.
“Cuando ya había cincuenta pingüinos me di cuenta que eran demasiados, los llevé caminando hasta el agua y se fueron. A las dos horas estaba almorzando y empiezo a escuchar golpes en las chapas. Eran los pingüinos que habían vuelto”.
Una familia que crece
Ellos serían los primeros de cientos de animales que volverían al hogar de Richard y lo adoptarían como suyo. Hasta los lobos marinos volvían a la costa para que les dieran de comer. Lo que había empezado como un vínculo padre-hijo pronto se convirtió en una familia mucho más grande. Primero construyó una piscinita, la prensa poco a poco empezó a acercarse y difundir la obra, la Reserva de Fauna de la Intendencia derivaba los llamados y los veterinarios ofrecieron su apoyo.
Poco después, el refugio se instaló en su propio establecimiento y a los pingüinos se sumaron otras especies: lobos, leones y elefantes marinos, delfines de agua dulce, tortugas, palomas antárticas, albatros, espúas, petrel, orcas...
Esta variedad atrajo las visitas. Se empezó a cobrar una colaboración a turistas y colegios (siempre entrada gratuita para escuelas públicas), que fueron una forma de generar ingresos para costear una actividad muy costosa, más de lo que Richard hubiera imaginado. Al no ser un acuario, el financiar el refugio es muy difícil. “Siempre estábamos en rojo. Que nos cortaban el agua, que nos cortaban la luz… Muchas veces el financiamiento fue por mi cuenta, o con la colaboración de voluntarios”, cuenta Richard.
“Pero así sobrevivimos todos estos años hasta ahora”.
El histórico temporal del 2005, en que el mar se metió en las instalaciones de S.O.S. y destruyó todo. Al año lograron construir el doble de instalaciones y mejorar el equipamiento para tratar a los animales.
La realidad actual
Los temporales de estos últimos meses dejaron a Richard en un shock similar. “Pero este da miedo sobre todo porque físicamente estoy en otra condición que hace diez años”. Apenas había salido del trasplante hepático cuando el viento voló casi todos los techos del refugio, aflojó todas las estructuras e hizo explotar los ventanales.
“Hay que hacer una reconstrucción de casi el 70%. Para eso lo principal es que el clima nos dé un changüí, un poquito de tregua, y ya empezar a trabajar haciendo un plan de qué se va a reconstruir antes de la temporada. El temporal arrancó hasta los cercos y la bomba de agua salada, que hay que volver a instalarla, y todo lo que era madera está flojo, deteriorado, igual que vidrios”, relata.
Por ahora, el foco está en conseguir contenedores en préstamo “para instalarnos ahí mientras se reconstruye, porque hay muchos materiales útiles que hay que poner al resguardo. Una vez que tengamos el lugar para poner lo útil, hay que hacer una limpieza general y tirar todo lo que ya no sirve”. Pero el tornado además destrozó la propia casa de Richard, que hoy cuenta con una habitación prestada hasta que empiece la temporada. “Cuando empiecen las tareas tenemos que ver la forma de encontrar un lugar decoroso e higiénico, abrigado, con las condiciones mínimas”para continuar recuperándose.
Cómo colaborar
Los temporales de estos últimos meses dejaron a Richard en un shock similar. “Pero este da miedo sobre todo porque físicamente estoy en otra condición que hace diez años”. Apenas había salido del trasplante hepático cuando el viento voló casi todos los techos del refugio, aflojó todas las estructuras e hizo explotar los ventanales.
Para colaborar han abierto colectivos en RedPagos y Abitab; otra forma es pagar online con tarjetas o bien a través de Paypal
Fuente blog.infocasas.com.uy
Sabina
Se puede colaborar ayudando en el lugar con los animales !?
sara
se puede colaborar en la fauna, ayudando? gracias