Adriana Pugliese // LPH

Pintar al mar, una experiencia que convoca a artistas de diversas expresiones para crear obras en la espectacular rambla de La Pedrera se llevó adelante desde el 22 al 24 de enero. El gran encuentro de artistas fue concebido para crear obras de distintos géneros con inspiración en el mar y permitió, a quienes se dieron una vuelta por La rambla, ser testigos del trabajo del artista, y sobre todo, presenciar la creación de la obra en un entorno inigualable.

Ahora bien, no es la calidad de las obras – siempre materia discutible en la que intervienen los gustos, las técnicas y las tendencias -, ni la gran convocatoria del evento - otras actividades han concitado mayor número de personas-, sino el Interés, la Intención y la Voluntad de generar un espacio para la creatividad y la expresión artística lo que hace de Pintar al mar un hecho de la mayor importancia para La Pedrera, porque su realización está íntimamente unida al perfil y la idiosincrasia de ese pueblo oceánico.

Este compromiso con la actividad artística- que convoca a la pintura, la escultura, el arte dramático y la música- fortalece el lugar y contrapesa, al mismo tiempo, otras manifestaciones que a veces desdibujan, deforman o enrarecen su esencia. De allí el valor capital que adquiere Pintar Al mar, así como la de la Fogata de San Juan que se realiza en junio, o el festejo del Aniversario de La Pedrera que se viene llevando a cabo cada noviembre… De allí la trascendencia del mercadito de pulgas de los sábados que se organiza durante el año, o el papel que juega el Club Social, constituyéndose en ámbito para exposiciones, encuentros, conciertos y talleres, o la promoción del avistaje de la ballena Franca que lleva adelante el facebook Ballenas de La pedrera, entre otras cosas.

No son iguales: los balnearios de la costa de Rocha no son todos iguales. Y es ahí, justamente, donde radica una de las fortalezas principales del departamento: su variedad constituye una riqueza. Allá Santa Teresa con sus playas envueltas de verdor, o Punta del Diablo con su encantador espíritu de pueblito de pescadores; allá el Cabo Polonio, maravilla enclavada en el océano con su particularísimo microclima social y cultural, o Valizas y Aguas Dulces con sus paisajes y médanos interminables y sus comunidades también distintas, y más acá, La Paloma y su cadena de playas, algunas muy familiares y otras que concitan, por la potencia y forma de sus olas, un público más joven vinculado al surf y los deportes acuáticos… No son todas iguales, no, e ignorarlo puede ser peligroso porque se corre el riesgo de igualar por lo bajo.

Tanto los operadores turísticos, como las autoridades y los vecinos debemos seguir bregando porque la idiosincrasia de cada espacio costero se respete, se cuide y se refuerce, potenciando sus rasgos particulares para que cada uno tenga y exhiba su rostro sin máscaras ni antifaces... a no ser, claro, que haya llegado carnaval…