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Héctor Rodríguez hola, lamentablemente no conozco los pesqueros salvo en cierta forma la balconada
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de forma fortuita hace muchos muchos años , como todo pescador creo, si voy cerca del agua alguna caña se cuela, en este caso me estoy refiriendo a una tacuara de seis tramos con lína de lengue, después de hacer b ien todos los deberes, preparar campamento en la playa con cierta protección del viento , disfrutar de baños con mi esposa y mis hijos 3 y 8 años, se me ocurrió armar la cañita, no recuerdo bien si había visto a alguien levantar algún pejerrey el tema es que aprovechando que en la punta derecha de la playa no había gente me metí con el agua a la cintura y para mi asombro en el primer lance uno, dos o tres no voy a mentir, se que fué una fiesta , la remera que tenía puesta para evitar el sol ya me quedaba chica mi esposa y yo esa noche comimos pejerrey fresco , un espectáculo. La historia no termina acá al día siguiente después de hacer lo mejor posibles todos los mandados le sugerí a mi compañera (creo que pedí permiso ja.ja) de irme a intentar suerte mientras ellos descansaban, andaba a pie bajo el sol de las tres de la tarde andaba a cien, cuando llego me encuentro mucho oleaje pero donde había estado se soportaba bien pero los pejerrey habían desaparecido, intentos varios durante un tiempo que generalmente no es prudencial sino que es bastante mal extenso, al ver a un colega pescando y levantando alguna pieza en la mitad de la playa, desde lejos lo observé y vi que nadaba las olas (les pasaba por abajo) , pensé hace eso porque tiene una caña corta y por el mismo motivo esta apoyado en la bajada; eran tiempos que no preguntaba mucho o casi nada, si este pesca con esa caña yo no voy a tener dificultad, saludé y me puse a unos metros de él parado en la orilla y con mi tacuara luchando contra el viento en pocos minutos y casi sin darme cuenta terminé sentado a cinco o seis metros atrás, para lo único que me dio fue para soltar la caña separada de mí, íntimamente pensé por suerte no están los gurises , sacudiendome el orgullo volví al mismo lugar un poco más metido en la bajada, pienso qué duré un poco más en mi postura de pescar pero llegaron dos o tres olas seguida y nuevamente a pasear por la arena. Señores ya no había orgullo para sacudir y pensando en la dificultad que podría traer el hecho de engancharme con algunos anzuelos, prolijamente me acerqué al colega y le dije sabe compañero lo voy a abandonar, pues me di cuenta que esta actividad es para hombre. y con sonrisas mutuas se terminó la jornada de pesca. ayer me reí mucho cuando en una presentación que leí sobre pesqueros en rocha hablaron de los posible sorpresivos baños de asiento que podemos lograr en tan lindo pesquero.un gusto , abrazo fraterno.