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Magdalena de La Paloma

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Vivo hace siete años en La Paloma, allí gasto los 365 días del año, pago mis impuestos en fecha, soy parte activa de una comunidad.Hasta hace unos tres años, en La Aguada pasaba algo similar con los tres boliches bailables que, me consta, estaban habilitados para determinada cantidad de personas y vendían tres veces más entradas por noche. La catástrofe de ruidos, picadas peligrosas en automóviles, peleas que generalmente terminaban con algún infortunado arrojado a la cuneta o a un contenedor, comenzaba como a la una y finalizaba como a las nueve de la mañana. Los vecinos unidos juntamos firmas, hablamos con autoridades y y con operadores turísticos para tratar de frenar esto que además de molesto era peligroso. No sé si por las firmas, las gestiones de vecinos o las malas temporadas últimas, los tres boliches se mudaron. Ahora dos de ellos están echando a perder, lamentablemente Punta del Diablo. Los jóvenes-y trabajo con jóvenes- necesitan un lugar para divertirse, tienen que expresarse, pero lamentablemente los operadores turísticos "venden" un paquete a la juventud como que La Pedrera es el sitio más divertido para ellos, o Punta del Diablo. Ahora también las redes sociales, convocan a juntarse a tal hora en tal esquina, a llevar alcohol para compartir, a DIVERTIRSE. ¿Cómo es que ningún vecino de estos que lucran con esos jóvenes compra un terreno en las cercanías, un camping de esos que están en decadencia y con algo de idea crea allí un ambiente para que los jóvenes tengan su espacio? Si tuviera dinero, como sé que lo tienen los que alquilan casas en varios cientos de dólares a una veintena de gurises a los que les sale más barato que acampar, lo haría. De lo contrario, vecinos, estamos asistiendo a la muerte de La Pedrera y de Punta del Diablo.

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