13 de febrero de 2016
La Aguada estuvo de fiesta
We color, segunda edición y el festival Kambalache, movilizaron cerca de 15 mil personas el fin de semana en La Paloma. La Aguada vuelve a ser otro centro de festejos en temporada gracias a los festivales y a los locales bailables autorizados en la zona.
La Paloma Hoy
Esta temporada, en una decisión audaz, la Intendencia de Rocha movió las piezas e intentó reflotar un foco de festejos: así, la zona ubicada frente a la playa La Aguada volvió a recibir a los sub 25, jóvenes que buscan rock, cumbia y música electrónica. Para ellos, se habilitaron dos locales bailables en el lugar y se autorizaron además dos eventos de convocatoria masiva: We Color y el festival Kambalache.
El color y los disfraces
En 2015, la cervecera Pilsen importó la fiesta We Color, presentada como un festival de colores en el cual la música y los jóvenes son los protagonistas. Tras el rotundo éxito de esa edición, que convocó a casi 12 mil personas, la apuesta se duplicó para esta temporada y la misma empresa diagramó Kambalache Festival, una fiesta en la cual el principal objetivo era que la gente creara y jugara con los disfraces, habida cuenta que el evento se realizaría en el fin de semana de carnaval.
Ambos espectáculos reunieron a más de 15 mil personas en un clima festivo acompañando los atardeceres con bandas de moda como los castillenses Molina y los Cósmicos, Slow Burnin, Sante Les Amis, Don Godie & The Rockers, Croupier Funk, Golden Rocket, Kembou, Zingabeat & The Firephones, Miss Bolivia, Aleco Deejay, Mano Arriba, y los dj’s Meme Bouquet , Fernando Picón, Come & C., Detected y Alejandro Dangiolillo.
Según informaron desde la organización, en los dos eventos se implementó un interesante método de recolección y reciclaje de latas durante el evento, premiando a los participantes.
Una decisión acertada y cosas para ajustar
Ante estos números, y teniendo en cuenta, entre otras cosas, que no se registraron incidentes, la decisión de la Intendencia de reflotar la zona de La Aguada como polo de diversión ha sido acertada y la llegada de espectáculos de esta naturaleza -que poseen una organización propia y se desarrollan en el marco de un espacio definido-, también. Seguramente hay cosas para ajustar: por un lado, se hace necesario ordenar de alguna manera la venta ambulante, sobre todo en el entorno a estos festivales, que por momentos se torna caótica, y resolver el centro de las quejas de los vecinos respecto a los boliches bailables, cuya música se podía oír a gran distancia muchas veces ya entrada la mañana.
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