Adriana Pugliese // La Paloma Hoy

El 19 de octubre de 1868 naufragó en nuestras costas un pequeño barco llamado Lise Amelia, que llegaba a estas tierras provenientes de Francia con cientos de inmigrantes a bordo, quienes fallecieron en el accidente.

Ese hecho fue conocido mundialmente y desató la imperiosa necesidad de construir un faro que guiara las embarcaciones para evitar de esa forma los constantes naufragios.

Luego de las gestiones correspondientes, la construcción del hoy emblemático monumento fue asignada a la empresa "Faros del Río de La Plata, Dax, Gelly y Obes”.

"El  foco luminoso del Cabo Santa María que avisará a los navegantes la proximidad de la embocadura del caudaloso río es del primer orden del sistema "Frenel" y ha sido construido en los establecimientos de los señores Santer, Lemonier y Compañía de París. La luz alcanza las 22 millas y está colocado sobre una torre octogonal de mampostería de 38 metros de altura. Dicha torre está sentada sobre una punta bastante rasa; esta punta como la más saliente y meridional de todas, es la que lleva el nombre de Cabo Santa María. Al pie de la torre seis elegantes y espaciosas habitaciones han sido construidas: una de ellas está especialmente destinada a los náufragos y provista de camas inclinadas, botiquines (sic) y otros enseres propios para suministrar los primeros auxilios a los desgraciados a quienes el faro habrá avisado sin duda, pero no preservado del capricho del mar."

(Fragmento de una carta del empresario señor Dax, 1871, publicado por monografias.com)

Un emblema, dos historias

La historia del faro del Cabo Santa María, tiene dos capítulos, el primero, de 1870, fue marcado por la tragedia.

Cuenta la historia, que mientras avanzaba la construcción el viernes 31 de Mayo de 1872 por la noche, comenzó a llover y aumentó la intensidad del viento, que soplaba cada vez con más fuerza. Al día siguiente, cuando amaneció, uno de los peones de la estancia vecina anunció entre gritos que la torre había desaparecido.

De inmediato quienes habitaban lo que en aquel entonces era solo un paraje desértico, se acercaron al lugar en donde había estado emplazada la torre, que ahora yacía deshecha, incluso algunas partes habían caído al mar. Comenzaron las tareas de recuperar los cuerpos de los trabajadores que cuando la tragedia ocurrió, dormían en el faro.

Pasados los días y enterrados los operarios fallecidos en el cementerio que construyen los hermanos Ciro y Primitivo Pini, a cien metros al Oeste del actual faro -y que se conserva hoy en día-, se reiniciaron las obras; esta vez bajo la dirección del Ing. Cerrutti. El proyecto fue el mismo que el original.

El 29 de junio de 1896 finalizó la concesión a la empresa privada, y pasó a manos del estado.

El 29 de abril de 1933 se creó el "Servicio de Iluminación y Balizamiento de la Armada Nacional" según decreto ley Nº 9.010, y el faro (al igual que los del resto del país) quedó a cargo del mismo. El 30 de marzo de 1976 fue declarado "Monumento Histórico Nacional".

El primer día de La Paloma

El primero de septiembre de 1874 se enciende por primera vez el Faro del Cabo Santa María de La Paloma, trayendo luz a los navegantes e iluminando la zona que con el tiempo se transformaría en una de las ciudades balnearias más importantes del país.

Don Ciro Pini, inmigrante italiano, no solo contribuyó con la construcción del faro, sino que también fue el primer farero con que contó el lugar, ya que luego de participar en la construcción, pidió quedarse junto a su familia en el cabo Santa María.

Los primeros pobladores de La Paloma se instalaron en los alrededores del faro a fines del siglo IXX. La construcción en 1909, incorporó nuevos pobladores dedicados principalmente a la pesca, quienes podían trasladarse a la capital del departamento gracias al tren que comunicó a La Paloma con Rocha, a partir de 1914.

La Paloma fue declarada Pueblo en 1939 y Ciudad en 1982.

Esta es la historia escrita de La Paloma, pero todos los que alguna vez estuvieron en esta Ciudad, en sus playas, en sus calles, tienen sus popias historias para contar...