Por Tabs Aramayo Rada // Capítulo 2

¿Ya ubicaron cuál es el espacio con suficiente sol, reparo del viento y a salvo de las inundaciones de las lluvias para su huerta? Si es así, ahora llegó el momento para elegir qué plantas cultivaremos. Piensen en sus platillos favoritos y, por qué no, en los nutrientes que quieren obtener.

Ahora, en pleno otoño,  tenemos muchas verduras de hoja, raíces, semillas, e inflorescencias para cultivar. Elijan las de su preferencia y gusto. Cada una nos ayuda a preparar nuestro cuerpo, subir nuestras defensas para recibir los primeros fríos invernales. Para la región, las opciones más comunes son: acelga, lechuga, espinaca, rúcula, perejil, cebolla, apio, zanahoria, nabo, ajo, brócoli, coliflor y haba. Las semillas las pueden conseguir en la agro-veterinaria más cercana.

Según los cultivos de su interés, hay semillas que se pueden plantar directamente en el suelo; mi consejo es que, primero, hagamos un almácigo.

El almácigo es un germinador que consiste en un contenedor con sustrato que se usa para que germinen semillas, hasta que las plantas tengan cierto tamaño y luego estén listas para ser movidas al lugar de la huerta. De esta manera, podemos escoger las plantas más fuertes.

Para esto podemos tomar una caja de zapato, un plato, botellas de plástico cortadas a la mitad, etc. La idea es tener un contenedor de, al menos, 10 cm de profundidad. Si es posible, lo ideal para obtenerlo es reciclar algún material en casa.

En el fondo de los envases, hagan huecos (como se muestra en las fotos "Pasos para la obtención del almácigo"), para que las plantas no se encharquen. En los recipientes agreguen un poco de tierra común del fondo de casa y compost, que pueden comprarlo en algún vivero, (pero sólo por esta vez) y, si pueden conseguir, coloquen arena fina. Lo más importante es que la tierra no esté apretada. Una buena combinación es 1/3 de arena, 1/3 de greda o tierra común, 1/3 de compost o humus.

Las plantas, como la mayoría de los seres vivos, son muy sensibles en los inicios de su vida, por lo que, procuraremos cuidarlas con mucha atención. Así que, en esta etapa, que dura aproximadamente entre 5 a 30 días, estaremos a cargo de “plantas bebés”, donde lo más importante es el agua. No deben tener sed, pero tampoco ahogarse, recuerden que una semilla contiene nada menos que el embrión de una planta.

El lugar del almácigo puede ir en el mismo espacio de la huerta (resguardado del frío, viento, animales y lluvias intensas) o dentro la casa, donde las condiciones climatológicas son más controladas y estables.

Cuando ya tengan las semillas, humedezcan la tierra, y entiérrenlas. Una buena proporción de referencia es enterrarlas a la misma distancia de la altura de la semilla, por ejemplo, si una semilla de haba mide 2 cm de altura, irá enterrada 2 cm en la tierra.

Para las semillas que miden pocos milímetros, una buena opción es colocarlas sobre la tierra y luego agregar una capa fina de tierra que apenas las cubra. Esto es importante, porque sino, algunas semillas pueden quedar sofocadas y no germinar ni emerger apropiadamente.

De acuerdo a las especies que hayan escogido, será necesario hacer almácigos, aquí una tablita de ayuda:

Para los cultivos que no requieren esta etapa previa, y se pueden plantar directamente en la huerta, igual deberemos preparar el suelo que recibirá las semillas.

La próxima semana, hablaremos de la preparación del suelo de la huerta. Los invito a que, los próximos días, preparen sus almácigos y disfruten ver nacer las primeras plantitas.

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* Tabs Aramayo Rada es ingeniera agrónoma y reside Punta Rubia. Contacto [email protected]