Adriana Pugliese // LPH

Así como las ballenas ya son parte del paisaje de nuestras costas en esta época del año, un fenómeno que se repite y que para muchos va en aumento, es la aparición de pingüinos muertos sobre la franja costera. Hay, por supuesto, casos de personas que se toparon, caminando por las arenas desiertas, con algunos de estos simpáticos animales, pero la proporción es infinitamente menor.

Vale un ejemplo: Ezequiel, un vecino de San Antonio, caminaba por la costa la semana pasada y llegó a contar, en esos pocos kilómetros de recorrido, nada menos que 80 pingüinos muertos. Hace unos días, en Punta Rubia una pareja estaba paseando por la playa con un pingüino, le habían dado de comer, pero estaban intentando saber qué hacer con él (tenía manchas de petróleo, pero parecía fuerte y sano). Al cuarto día, el pingüino caminó hacia el agua y se fue.

Pingüino de Magallanes

Spheniscus magellanicus, al que se lo denomina comúnmente Pingüino de Magallanes o pingüino patagónico, es el que suele visitar las playas de Rocha. Se trata de una especie de ave de la familia de los pingüinos que hace nido en las islas Malvinas y en las costas e islas de la Patagonia de Argentina y Chile, y migra hacia el norte en el invierno, que es cuando alcanza las aguas del Uruguay y el sudeste del Brasil con temperaturas más templadas. Algunso ejemplares también aparecen en Australia y las costas de Perú.

El Pingüino de Magallanes es el más numeroso del género Spheniscus. Tiene un tamaño medio, (existen ejemplares de entre 35 y 45 centímetros de altura que pesan 3 Kg). La cabeza es negra con un franja blanca que parte del ojo, rodea los oídos y la barbilla, para juntarse en la garganta. Presentan plumaje negro grisáceo en el dorso y blanco en la parte delantera, con dos bandas negras entre cabeza y torso, la inferior en forma de herradura invertida. Estas dos bandas lo distinguen, por ejemplo, del Pingüino de Humboldt, que sólo presenta una.

Las causas

Ana Martínez, bióloga de Dinara La Paloma, nos contó que "Los pingüinos Magallanes se reproducen en las costas de Patagonia durante la época estival, luego del invierno migran desde Argentina hacia Brasil, que representa su límite norte de la distribución, lo hacen por una ruta bien delimitada de unos 100 kilómetros de ancho. Por eso es común verlos en nuestras costas". Al respecto de la causa de muerte, Martínez explica que "los pingüinos que aparecen son jóvenes que están cansados y hambrientos y se han perdido de su manada, además coincide con la época de fuertes tormentas, las cuales los agarran en tan malas condiciones por el cansancio y la poca alimentación, que no siempre lo resisten, y es allí donde salen del agua".

Graciela Fabiano, coordinadora de la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos (Dinara) para el litoral atlántico informó que "En Dinara no tenemos un programa de monitoreo (control) de llegada de pingüinos en la costa, pero lo que habitualmente en esta época del año ocurre es que llegan a la costa en mayor o menor magnitud pingüinos, muertos y a veces vivos, y está asociado a las corrientes migratorias", señaló y acotó que, aunque el fenómeno es siempre asociado a causas naturales, la llegada de los animales debería ser investigada para constatar su causa. "No hay forma de decir que la llegada de un grupo a la costa sea siempre de explicación normal y poblacional", dijo y recordó que Dinara trabaja en coordinación con ONGs y otras instituciones, pero de manera informal para atender la situación, y lamentó que no exista suficiente coordinación para investigar los casos cada invierno

Centros sin apoyo

En Uruguay en los últimos 15 años han existido al menos 4 centros de rescate de fauna marina, y todos cerraron sus puertas por falta de apoyo. Cuando consultamos sobre el tema a Andrés Estrades de la ONG Karumbé, que se dedica a la protección de tortugas marinas, fue taxativo: “En Uruguay, los pingüinos están a la deriva.” – empezó, y enseguida nos explicó que “un centro de rescate de pingüinos requiere mucho tiempo y dinero. En primer lugar, técnicos capacitados que realicen pasantías en centros similares de Rio grande do Sul o de Argentina, donde hay gente con experiencia acumulada de muchos años de trabajo con estas especies. En segundo lugar, habría que planificar el diseño de un espacio acorde, con piscinas y áreas de atención. Lo que llevaría miles de dólares… y habría que asegurar los insumos (¡medicamentos y alimento! - alimentar un pingüino, por ejemplo, requiere kilos y kilos de pescado diario-) para atender adecuadamente un número estimado de los ejemplares que pudieran aparecer con vida. Ahí es donde, justamente, han fallado todos los centros nacionales.

Lo que no hay que hacer

Veterinarios consultados coincidieron en que al tratarse de aves migratorias y acuáticas, los pingüinos pueden transmitir enfermedades a los seres humanos. En este sentido, Andrés Estrades aconseja que los pingüinos (y toda la otra fauna marina, lobos, gaviotas, etc) queden en la playa, “que la gente no se los lleve a su casa”. Porque “uno no puede saber qué enfermedad puede tener el animal y si se puede transmitir a los humanos. Por ejemplo, los lobos de mar tienen tuberculosis... la fiebre aviar de china fue transmitida de aves silvestres a aves domesticas y luego a los humanos. Es muy complicado todo esto.” Por eso, insiste Estrades, “en las condiciones de trabajo dignas de un centro de rehabilitación, sí, en soledad y sin tener los elementos y conocimientos necesarios, es mejor dejarlos en la playa.”

Pero, al final, Estrades deja una luz encendida: “Tal vez en un futuro cercano con Karumbe a pleno en La Paloma, podamos empezar a ver la posibilidad de desarrollar una red de pingüinos. Yo puedo ayudar en el nexo con otras organizaciones, en la capacitación de los técnicos y veterinarios, sería una linda oportunidad para los gurises de la zona, para potenciar aun más la movida de conservación en la región.” – concluyó.